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    Eduardo Machado Gómez (1838-1877)

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    Eduardo Machado

    Manuel Antonio Eduardo Machado Gómez nació el 20 de octubre de 1838. Hijo del hacendado Joaquín Machado Pérez y Rita Gómez,  quienes formaron una familia con 7 hijos, de los cuales cuatro eran varones: Eduardo, intelectual y patriota; José Joaquín, abogado; Eleuterio Néstor y Eligio,  negociantes, y tres hembras: Beatriz Amalia, Rita María y Teve Josefa. Tenían su residencia en la calle Cuba #23, cerca de la casa natal que había sido en San Cristóbal y Cuba.

    Su padre poseía un ingenio en Maguaraya, cerca de Santa Clara y en honor  a su esposa lo llamó “Santa Rita”, con una pequeña dotación, compuesta  por negros y asiáticos. Cuando Eduardo era niño sufrió un accidente en la mano derecha en un tacho de azúcar hirviendo para extraer un objeto que se le cayó, los dedos de la mano le quedaron afectados. Además de padecer aneurismas por lo que  su padre lo trataba con más suavidad que al resto de los hijos, mientras los demás lo ayudaban en los negocios a él lo enviaron a estudiar al extranjero.

    Aprendió sus primeras letras con Nicolasa Pedraza Bonachea que a su vez había sido maestra de su abuela y de su madre, también tuvo como profesor a Eligio Eulogio Capiró, un destacado poeta y educador de Santa Clara.

    En 1858, con 19 años, viajó a Estados Unidos a estudiar y escogió a Boston para hacer su carrera en Teneduría de Libros, también la literatura y la lengua inglesa lo apasionaron. Hizo un recorrido por Estado  Unidos y  por Europa, visitó Inglaterra, Francia, España. A fines de 1858 regresó a Cuba y en 1859 viajó a Francia donde estudió Lengua y Literatura Francesa. Al año siguiente comenzó a estudiar Ingeniería Civil y recibió  lecciones de alemán. En el 1860 estuvo en Alemania. En  1861 volvió a España. En el 63  hizo la carrera de Ingeniería en Alemania. En el 64 viajó por varias ciudades de Rusia y estudió literatura alemana, hebrea y rusa.

    En Alemania publicó un folleto en español bajo el seudónimo de Durama de Ochoa, titulado Cuba y la emancipación de sus esclavos. Este folleto circuló sin que su padre, Joaquín Machado, hombre de ideas esclavistas, supiera que se trataba de su hijo.

    En París se relacionó con José Antonio Saco, durante el tiempo de la deportación de éste. Contrario a las ideas de Saco que temía a la abolición y pedía que fuera gradual y con indemnización, Machado se proclamó abiertamente a favor de la abolición de la esclavitud.

    Regresó a Santa Clara por la enfermedad de su madre, la que falleció el 24 de abril de 1866. De inmediato en compañía de Salvador Domínguez fundó el periódico La Época, el 1º de enero de 1866, literario, agrícola y económico que se mantuvo hasta el 14 de marzo, fecha de publicación de su último número. Salía tres veces por semana.

    Después de la muerte de su madre, Machado viajó nuevamente a España y recorrió varias de sus ciudades: Cádiz, Sevilla, Madrid, Zaragoza y Barcelona. De España pasó por la vía de Marsella a Génova, Roma y Nápoles. En Roma visitó los monumentos de la antigüedad y asistió al centenario de la Basílica de San Pedro. Estudió la historia de este país. En Nápoles visitó el Vesubio, a Herculano y a Pompeya y pasó a Francia, permaneció en París hasta la Exposición Universal en 1867. Conoció los adelantos de la civilización al finalizar el segundo tercio del siglo.

    El padre reclamó su presencia en Cuba para que recibiera la herencia que le correspondía por la línea materna. El caudal de Joaquín sobrepasaba el medio millón de pesos. A Eduardo le fue otorgada la suma de $30 000 oro. Al partir la herencia en inmuebles y otros bienes se convenía que el ingenio Santa Rita siguiera siendo de su padre. La dotación era de negros y 40 asiáticos. A Eduardo se le adjudicaron diversas fincas de la jurisdicción con una superficie de más de 90 caballerías. En estos trámites él logró que el padre le pasara a su servicio al negro Rafael Antonio con la idea de poder darle la libertad. Estas propiedades le fueron confiscadas cuando por disposición del gobierno español se le intervinieron todos los bienes a los insurrectos.

    Machado rindió tributo de admiración y respeto a su maestra de las primeras letras, al colocar una lápida conmemorativa en la puerta de la casa en que nació y vivió enseñando, en la esquina de  Maceo y Candelaria (ahora Maestra Nicolasa). En La Época dio cuenta del tránsito de la maestra de todos los villaclareños con fervor de hijo. Poco después, los villaclareños reclamaron la publicación de la biografía de la desaparecida como una ofrenda de gratitud y en el nicho en que están sus restos ponerle una lápida con esta escueta inscripción: La Maestra Nicolasa. De igual forma quiso rendir tributo a su otro maestro de la infancia Eligio Eulogio Capiró, promovió el traslado de sus restos para el cementerio nuevo donde se colocaron en su nicho y se señaló con una lápida de mármol que recordara el nombre del eminente hijo de Villaclara.

    Eduardo Machado junto a Miguel Jerónimo Gutiérrez y otros patriotas, participó en el alzamiento de Las Villas el 7 de febrero de 1869 y mantuvo el criterio de llevar la guerra hacia el occidente, idea contraria  a la de Miguel Jerónimo que planteaba ir hacia el Oriente y pertrecharse de armamento para regresar y continuar peleando, esta ideas opuestas fueron sometidas a votación y prevaleció la de Gutiérrez, unido a la solicitud de que los villareños participaran en la Asamblea de Guáimaro, por lo que partieron Machado y Miguel J. Gutiérrez hacia el Camagüey y nunca más regresaron.

    En la Asamblea de Guáimaro Machado figuró como Diputado, estuvo del lado de los antianexionistas. El diputado F. Fornaris Céspedes que estaba ya formando parte de la Cámara es quien planteó el día 29 de abril el problema de la anexión. La comisión presentada en la sesión 11 no parece que tenga nada resuelto, Machado pidió la palabra en contra y protestó enérgicamente contra lo que él llamó un “suicidio patriótico”. Exigía al pueblo que por dignidad luchara hasta caer vencido en la contienda o con la frente orlada por la victoria pero le suplicaba que desechara la idea de mendigar su libertad a otro pueblo a condición de sometérsele como esclavo.

    En la Constitución de Guáimaro fue elegido como uno de los vicesecretarios de la Cámara de Representantes. Se mantuvo entre los combatientes en la manigua hasta su muerte ocurrida en Arroyo Colorado, Camagüey, el 16 de octubre de 1877. Por sus características físicas, de piel blanca, pelo rubio y ojos claros confundieron su cadáver con un norteamericano y gracias a ello no lo secuestraron los españoles y pudo ser sepultado en el panteón de la familia de su novia, Adela Machado y Bastida que residía en Puerto Príncipe y reclamó el cadáver para velarlo. Se concedió pero sin despedida de duelo. El entierro fue muy concurrido y asistió el Cuerpo de Sanidad del Ejército Español. Esto facilitó al Comité “Reliquias de la Patria”, creado por la asociación de Veteranos de la Guerra exhumar sus restos y trasladarlos hasta el cementerio de Santa Clara donde reposan actualmente.

    (Autora: M Sc Hedy Águila Zamora, profesora e Historiadora de la Ciudad.)

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